Como que cada año ha ocurrido lo mismo; es decir, todos los años llega el último trimestre y los formadores no damos abasto. Este año empieza a ser algo diferente. Tenemos actividad cerrada para impartir formación en enero! Y el trimestre parece que pinta bien. Menos mal que la "ofensiva comercial" de finales del año 2017 ha tenido su efecto.
Pero la tendencia sigue siendo la de "procrastinar" decisiones relativas a la formación y después pasa que el último trimestre de cada año las direcciones de las empresas se ponen las pilas pero por desgracia muchas acciones y programas no se ejecutan por ... ¡falta de tiempo!
Durante los meses de octubre, noviembre y diciembre se activan los departamentos de Formación (o las direcciones de las empresas) y todos quieren fechas libres en nuestro calendario para impartir acciones de formación. Y ¿qué pasa entonces? Perdemos todos. No podemos realizarlas por falta de disponibilidad.
Es tradicional (ya llevo años en este negocio; por cierto, este 2018 cumplo 10, ¿lo sabías?) que procrastinemos cuándo queremos hacer la formación. ¿Qué es lo que está pasando?, ¿cuáles son las causas que provocan que se posterguen este tipo de decisiones?, ¿por qué nos "despertamos" tarde?
Acaso es que preferimos esperar a ver qué pasa durante el año y en septiembre nos damos cuenta que el tiempo pasa (y muy rápido) y ahora tenemos que hacer en dos o tres lo que en un año se podría ir haciendo sin prisas (pero sin pausas)
Este año 2018 va a cambiar e este sentido. La previsión, la anticipación y la planificación son excelentes hábitos de productividad pero no sabemos aplicar con rigor. ¿Es posible que consideremos como valor de gestión la improvisación?
Sigo diciendo que esto va a cambiar. Aplicaremos el refrán "no dejes para octubre lo que puedes hacer en marzo"
Un encuentro, una solución
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