Siempre suelo preguntar a mis clientes acerca de la innovación y la creatividad. Y las respuestas son muy curiosas.
Ante la primera cuestión, ¿En vuestra empresa innováis? La respuesta es siempre o casi siempre las siguientes:
- RTA1 - Hombre! por supuesto! ¡Siempre estamos innovando!
- RTA2 - Claro. Sería impensable no hacerlo así. Con los tiempos que corren.
- RTA3 - Forma parte de nuestro ADN de la empresa.
- ...//...
Y así sucesivamente. cuantas más veces lo pregunto mas veces se repiten las afirmaciones emocionalmente positivas acompañadas de expresiones faciales plenas de seguridad y convencimiento.
Por el contrario, cuando sigo con la conversación y me adentro por el territorio de la creatividad y entramos a los detalles pregunto lo siguiente: ¿Y sois creativos en la empresa? Las respuestas me sorprenden. Son de este estilo.
- RTA1 -No. no me considero una persona muy creativa.
- RTA2 -Uy! Fatal! no soy nada creativo. No se me da muy bien.
- RTA3 -Aquí no es necesaria la creatividad. Viene todo muy estructurado. No hace falta.
- ...//...
Son respuestas reales y formuladas al mismo grupo de personas pero en momentos distintos.
¿A qué se debe? ¿Por qué afirmamos que la innovación está presente en nuestra actividad y además le asignamos un grado de frecuencia alto?
No sé los verdaderos motivos pero cuando les pregunto acerca de cuándo fue la última innovación que se implantó o si existe algún sistema que registre las propuestas de innovación y su implantación, no saben qué decir. Se quedan mudos.
Sin embargo, en las cuestiones referentes a la creatividad se convierten en pesimistas. Admiten que no son creativos. Me sorprendo (o me hago el sorprendido) y a continuación les pido que me expliquen que detallen algo que hayan creado o implantado. En seguida aparecen cosas, acciones que hacen, han hecho o están haciendo aunque a veces no les dan el valor que se merecen. Curioso, ¿verdad?
No sé relamente a qué se debe. Se innova y mucho (no vayan a pensar que no mejoramos las cosas) pero admiten que no son creativos. Entonces ¿en qué quedamos?
Esto viene al caso de cuando ofrezco programas de formación que presentan, introducen en las diferentes técnicas para la innovación y la creatividad orientadas a los equipos (actuales) de trabajo de mis clientes se entra en una paradoja. Afirman que no necesitan formación para la innovación puesto que en su organización se innova (y mucho) sin embargo durante la conversación el cliente no considera que se sea creativo o que no se necesite para su actividad profesional. Entonces ¿Por dónde le entro?
Un encuentro, una solución
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